La modernidad idolatra la inteligencia como si flotara en el vacĂo, pero este aforismo reclama su anclaje: la tradiciĂłn. Una mente brillante sin raĂces se convierte en arma de doble filo, peligrosa incluso para quien la porta. AquĂ se defiende la herencia como fundamento, no como lastre: sin ella, la inteligencia se vuelve efĂmera, una moda mĂĄs, incapaz de sostener la civilizaciĂłn.
La inteligencia sin tradición es como una espada sin empuñadura: corta, pero no se sostiene.
